Carta a las autoridades celestiales.

Aquella vehemencia
Produjo la triste insuficiencia
De aquel ser cuya ausencia
impidió que alcance dicha exigencia.


Te suplico como hijo y como hermano
que me quites este temor
Extiéndeme tu mano
pues ya no aguanto este dolor
y solo te pido de antemano
que no me niegues tu infinito amor.



Quisiera revertir todo lo malo
y extinguir todo lo amargo
pero las cadenas del pecado
me mantienen esclavizado.


El orgullo y la arrogancia
se presentan en abundancia
dentro mi cobarde alma
exterminando toda la calma.



Solo te pido, Madre mía
que hagas realidad esta aparente utopía
María, por favor, no me niegues la salvación
Sin ti, madre mia, solo me espera la completa perdición.


Si el día de mi muerte
Me encuentro en pecado mortal
no me dejes en la penumbra total
y acuérdate de cuanto necesito tenerte.


Si mi arrepentimiento no basta,
y mi castigo es eterno,
tu divino perdón me alcanza
para soportar cualquier infierno.